Etiquetas

18 de septiembre de 2011

Mi caleidoscopio

“Deberías dormirte con una navaja entre las manos”, le dice entredormido, mientras ella, aún agitada fija los ojos en el techo blanco, con todas sus fuerzas, como intentando absorberlo, absorber todo ese blanco, y vaciar con él su mente.

Volverse a dormir siempre parece la mejor opción, al menos para sacar ese peso, encerrado en los párpados, bajo los ojos, para destensar ese cuerpo y volver a no sentir los dedos de los pies. Tomará esa opción varias veces, como siempre, antes de pensar que ya no soñará con algo mejor, que el gusto amargo no se irá durmiendo, que lo mejor será intentar hacer todo aquello que estaba postergando; todo eso que nuevamente no hará, todo eso que el peso en los ojos, el gusto amargo, y la corriente hasta los dedos de los pies, no le dejarán hacer.

La imagen no se irá tan fácilmente; ninguna nunca lo hace. Todas esas imágenes nocturnas la persiguen, seguramente, durante el día, mientras deja caer las cosas de su mano, mientras olvida su comida en el fuego, mientras se pierde al leer, en los recovecos de su memoria.


Si pudiera fácilmente entrar en su mente podría describir todas estas imágenes con mayor precisión. Seguramente vería en ese mosaico en permanente movimiento, pequeñas imágenes que se van uniendo unas a otras, para rápidamente separarse y unirse a otras nuevas. Seguramente en ellas vería esos colores, esos árboles, esas hojas, sombras y caminos que siempre menciona; la vería a ella en medio de todo eso, y en medio de lo que no menciona; vería su cuerpo junto al de él, vería su cuerpo junto al de otros personajes, vería su cuerpo frente al mío, como tantas otras veces.

Pero no es tan fácil, meterse en esos bosques. Jamás pude hacerlo del todo, sólo pude verla, como la veo ahora; como a un espejo.

Si lo hubiera hecho seguramente hubiera visto en esos mosaicos, esa imagen central, esa que uniría al resto. La hubiera visto y le hubiera dicho que no siga sus consejos; y le hubiera dicho entre celos de inconsciencia que no es un tipo inteligente; le hubiera dicho que no es sensato dormir, con una navaja escondida entre las manos.

No. Sólo la pude ver, como la veo ahora. Como veo un espejo. Mientras la sangre cae, hasta que la sangre deje de caer.