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7 de diciembre de 2011


Este jueves y viernes 8 y 9 de Diciembre los esperamos en la Octava FLIA !, que se llevará a cabo en Al triángulo Mamichula (119 nro 1493 e/ 32 y 63)
Vamos a estar con nuestras poegrafías y fotextos!


Nos vemos allí!:D

4 de diciembre de 2011

Augurio


Un disco, un animal, un hombre.
El animal es augurio del encuentro (falso) de aquellos
quienes nunca estuvieron separados,
siempre formaron a la bestia que los contiene.
Su cruz celeste va de palma a palma
abriendo un apetito que se forma de a dos,
se devora a sí mismo
y da sombra a su reposo.
Aquel soñado desencuentro
no es mas que un espejarse perfecto
que se rompe en lo más íntimo
cuando el hombre es el hombre de sí mismo.

15 de noviembre de 2011


Este sábado los invitamos a acompañarnos al Recital de poesía Enjambre de Jenjibres y Asociación Paunero-Oroz. Estaremos desde las 20hs en el centro cultural C Est la Vie, ubicado en 55 entre 4 y 5, con nuestras poegrafías y nuevas producciones.
Los esperamos!!

26 de octubre de 2011

Viernes 28/10

Los invitamos este viernes a la ‘Peña de presentación del N°8 de la Revista Tropos’ a las 20:30 hs, en el Buffet de Humanidades; vamos a estar con nuestras poegrafías y presentando nuestras producciones. Los esperamos.

23 de octubre de 2011

Zoom



















Es hermosa la chica.
Tiene ese pelo ensortijado, gris como un montón de palomas.
Me encanta su ropa también gris como una mortaja, su estilo fresco para vestirse.
Una pollera suelta y larga, y una musculosa sencilla.

Su cuerpo hermoso gozando esta tarde de primavera en el planetario.
Las piernas abiertas, sentada arriba de otro muchacho normal cuyo cuerpo también, no me queda la menor duda, está gozando la tarde de primavera.

Están los dos a pleno.
Se les nota la excitación a la distancia.
Ella mueve su cintura sobre la suya
Él tiene una mano bajo su corpiño y otra sobre su bombacha
y apretan apretan
apretan apretan apretan,
como si creyeran que no los están mirando o no les importase.

A una distancia desde donde todavía no los escucho, entre las raices gigantes de un ombú los miro erotizado.

Por supuesto que me calienta, la chica es hermosa. A caballo de su compañero, miro su boca besar y siento deseo, deseo de un beso como ese. La lengua más que humeda sobre el cuello, la lengua más que humeda sobre el cuello.

La pareja es como un imán para mi mirada.
¿Seré el único que los observa?

La atmósfera parece arremolinarse, cerrarse sobre sí misma como en espiral. La pareja chapando parece ser lo único que se mueve en este paraje tan atardecido y aparentemente solitario.

Todo sucedió de repente:
otro tipo normal se acerca tranquilo a la pareja, que se asombra, se avergûenza y se intimida. cuando el tipo saca un arma definitivamente se asustan. Ella se para y él se arrastra de espaldas un par de pasos. El tipo amenaza con disparar. Ellos se quedan quietos.
El tipo les habla, los hace cagarse en las patas.
Dice que cuando cae el sol en el planetario los testigos desaparecen, pero yo no puedo escuchar eso, quizás solo lo imagino.

El tipo la agarra por detrás. Le toma una teta con su mano libre mientras con la otra les apunta a ambos por momentos.
Están aterrorizados. El tipo sabe perfectamente lo que hace.
Comienza a bajar su mano hacia la pansa
atravesando el pubis
entra bajo la pollera
y viola el misterio bajo la bombacha roja de la chica hermosa.

Escucho rumores bajo los árboles.
Desde esta distancia espeza no se que puedo hacer.
¿Alguien más estará viendo lo mismo que yo?

15 de octubre de 2011

Domingo 16 de octubre!


Mañana vamos a estar con nuestro puesto de poegrafías en 'La feria que nos parió', que se hace en el centro cultural En eso estamos (calle 8 e/ 41 y 42 nº 460) a partir de las 16 hs. Además de diversos puestos en la feria se van a realizar distintas actividades como juegos, escritura colectiva, intervenciones teatrales, pintada de murales colectivo, música en vivo, entre otras. Los invitamos a que se den una vuelta!!

8 de octubre de 2011

Butterflies in my head



Podrìa convertirme en pàjaro, en gato, en bola de fuego o en palabras. Podrìa tratar de ser lo que no soy; podrìa tratar de no ser lo que aborrezco. No te espero màs, ya sé que no vas a venir y el tablón en la ventana va a quedar vacío otra vez. Podrìa convertirme en pañuelo, en árbol, en dolor. El cambio ya está en mí, y nada me detiene. Sè hacia dònde puedo ir sin tu companía. Soy una araña, una libélula, una mariposa. Soy la hoja del árbol que cae sobre tu cabeza. No puedo evitarlo, la mutación sigue su curso y no tengo voluntad para atacarla. Ojalá pudieras verme mutar. Ojalá pudieras escucharme: soy el eco de cada ruido de la ciudad; soy la chispa de tu encendedor. Soy tus ropas, soy tus ojos. No soy nadie, pero soy todo. Puedo ser todo para alguien, excepto para vos, que ya no podès verme. Puedo ser todo para alguien.

18 de septiembre de 2011

Mi caleidoscopio

“Deberías dormirte con una navaja entre las manos”, le dice entredormido, mientras ella, aún agitada fija los ojos en el techo blanco, con todas sus fuerzas, como intentando absorberlo, absorber todo ese blanco, y vaciar con él su mente.

Volverse a dormir siempre parece la mejor opción, al menos para sacar ese peso, encerrado en los párpados, bajo los ojos, para destensar ese cuerpo y volver a no sentir los dedos de los pies. Tomará esa opción varias veces, como siempre, antes de pensar que ya no soñará con algo mejor, que el gusto amargo no se irá durmiendo, que lo mejor será intentar hacer todo aquello que estaba postergando; todo eso que nuevamente no hará, todo eso que el peso en los ojos, el gusto amargo, y la corriente hasta los dedos de los pies, no le dejarán hacer.

La imagen no se irá tan fácilmente; ninguna nunca lo hace. Todas esas imágenes nocturnas la persiguen, seguramente, durante el día, mientras deja caer las cosas de su mano, mientras olvida su comida en el fuego, mientras se pierde al leer, en los recovecos de su memoria.


Si pudiera fácilmente entrar en su mente podría describir todas estas imágenes con mayor precisión. Seguramente vería en ese mosaico en permanente movimiento, pequeñas imágenes que se van uniendo unas a otras, para rápidamente separarse y unirse a otras nuevas. Seguramente en ellas vería esos colores, esos árboles, esas hojas, sombras y caminos que siempre menciona; la vería a ella en medio de todo eso, y en medio de lo que no menciona; vería su cuerpo junto al de él, vería su cuerpo junto al de otros personajes, vería su cuerpo frente al mío, como tantas otras veces.

Pero no es tan fácil, meterse en esos bosques. Jamás pude hacerlo del todo, sólo pude verla, como la veo ahora; como a un espejo.

Si lo hubiera hecho seguramente hubiera visto en esos mosaicos, esa imagen central, esa que uniría al resto. La hubiera visto y le hubiera dicho que no siga sus consejos; y le hubiera dicho entre celos de inconsciencia que no es un tipo inteligente; le hubiera dicho que no es sensato dormir, con una navaja escondida entre las manos.

No. Sólo la pude ver, como la veo ahora. Como veo un espejo. Mientras la sangre cae, hasta que la sangre deje de caer.

4 de agosto de 2011

Replegada



Replegada, Catherín parece buscar en su silencio. Toda su quietud muestra su otra cara, aquella que quisiera desterrar para siempre de sí misma.

Su cara, la otra, la que Catherín esconde o la que se esconde a sí misma yace ahora sobre la cama algo deshecha. Sus patitas cruzadas son una obra de arte, piensa Paula, que la mira dormir desde la barra desayunadora. Piensa que está demasiado en silencio para lo que acostumbra, y piensa que ya no soporta más ese sopor suyo. Quiere saltarle encima, pero en su lugar un recuerdo se le adelanta y salta sobre Paula.

Un mal recuerdo. Un buen recuerdo, quién sabe. En fin, un recuerdo. Y eso siempre significa nostalgia, y las más de las veces melancolía.

De modo que reconociendo la imposibilidad física de luchar en su contra Paula avanza. Se mete en la boca del lobo, entra en la cueva del dragón, busca el ojo del ojo de la tormenta...

Escondidas llegaron los primeros besos

escondida tu mano bajaba hasta mi centro

(mi verdadero centro)

Escondidas nuestras almas

en la cueva de la pasión.

Escondidas

SOLO de nosotras mismas.

El viento era furia en todas direcciones. Memorias como ménades se empecinaban en voltear todo cimiento. Solo el maullido triste o compasivo o desperezante de Catherín consigue traer una suerte de calma hasta la habitación. Eso, sumado a un hostil danzar de uñas sobre la almohada, logran que la celosamente deseada mirada de amor y de odio se pose nuevamente sobre ella. Solo sobre ella.


21 de julio de 2011

Carta de presentación de Pazchi


Todavía creo que la literatura es cosa de magia, que para escribir hay que prender una vela, invocar a los dioses, escuchar música que les agrade a las musas, entrar en un trance hipnótico, conectarse con el otro lado de las manos, ofrecer un sacrificio.
Porque ganar algo tan valioso como el don de la palabra no es un regalo.

Conocer un secreto que podría destruirte. Conocer tu verdadero nombre para ser tu amo. ¿Acaso no es ésa una leyenda antigua? Un vago recuerdo de un dragón y un caballero. Pero, podría ahora pensarte como mi dragón, mi retador, aquél que terminará por matarme o entregarme su corazón. ¿Conozco tu secreto? ¿Cómo hago para comprobarlo?

Todo pica. Esta incomodidad en las manos, las venitas saltando como si quisieran salirse de la piel. No imaginaste nunca que el personaje de mis historias no era ella, sino yo misma. En ese momento me sentía poderosa, y quería sentir que tenía el control. Necesitaba cambiar mi apariencia en un lugar donde no fuera peligroso y pudiera fácilmente volver a encontrarme cómoda. Un relato de mi mundo paralelo. Quería ser una venita exaltada, y salirme de mi camino para que la sangre se deslizara por el dedo hacia un papel en blanco donde finalmente podría descansar.

Si me escucharas cuando te digo lo importante que son las palabras en mis oídos para la estimulación de este cuerpo que no tiene ganas de moverse, que perdió en algún momento el ansia, quizás no serías tan reticente a la hora de recitar un poema que me abra los ojos, que me despierte de mi ensoñación inmóvil, que me haga nadar en el ritmo de una vibración y de un cuerpo tan extraño para mí y aún así, en simétricos movimientos, ser en resonancia a eso que sale de tus labios.

No te resulta extraño entonces que haya exorcizado a la mayoría de mis fantasmas entre líneas de tinta, porque así soy yo, porque es parte de lo que este cuerpo sangra, porque si se me ocurriera publicar tus cartas o las mías haríamos un hermoso libro, sabés? Porque a nadie le escribí con tanta función poética como a vos, ni con tanto impulso literato, y nadie sabe ciertas cosas que vos sí sabés, y que si se soltaran al aire formarían un rulo de barrilete y un cuervo, y muchos pensarían que es un designio del fin del mundo y se suicidarían, pero eso es tan común hoy en día…

(Con estas palabras yo te ato para que puedas sentirme sin tocarte.
Sangre apalabrada, palabra ensangrentada)

8 de julio de 2011

...

La alarma, estridente, sobresalta, y me despierta. De un sueño que me dejó sin habla.

Para vestirme, prepararme, tomar mi media taza de té diaria, no me molesta. Con sólo 15 minutos, con las cosas en las manos, salgo al mundo, con sus colores, con sus ruidos, con sus voces, sin poderles contestar.

Ni siquiera me aterra, entre el murmullo de las ruedas que rozan el asfalto, y el movimiento de esos sonidos constantes; mi cuerpo quieto, ensimismado, espera en la esquina, entre tantos estímulos, desperdiciados.

Tan sólo con una mínima seña, un brazo extendido, quiebro con la quietud y el aislamiento del cuerpo; sólo con esa seña me comunico con ese mundo, que insiste en contestarme, de mil maneras, entre ellas esos escalones que se me presentan, luego del sonido de escape de aire, el choque de las puertas, y el bullicio encerrado que se apura en salir.

El mundo parece entenderme, pienso,… ¿y las personas? Pero con una pequeña sílaba; ni siquiera, con un ruido, balbuceo, inconcluso y tímido, que con todas mis fuerzas puedo sacar, logro que me responda, no el conductor, sino la tecla pulsada, y el pip de la máquina que se repite luego de caer estruendosamente las monedas en su interior.

Con simples miradas, de súplica y necesidad, me puedo abrir camino entre el mar de gente. Una vez, con un lugar, intento escuchar, entender lo que dicen, pero veo, creo en un principio que no dicen nada. Sólo dos mujeres en el fondo. Logro escucharlas y me detengo en ellas. Sin embargo no conversan, una dice algo, una serie de sonidos, de expresiones, sin encadenar, y luego lo mismo de la boca y labios que tiene a su derecha. No se contestan, se turnan. Unos tonos, exaltados, enfadados, fuertes, que parecen salir de unos ojos que explotan; y otros tonos, dejados, de lejos, de conveniencia, que no salen de ningún lado, de ninguno de ambos ojos que salen por la ventana quietos, sin mirar. Esos ojos me hacen buscar lo mismo, en la ventana más cercana, esa nada que surge del paso, acelerado, de objetos sin distinción. Los límites de los árboles, confundidos con el pasto, asfalto, cemento, vidriosemáforoviento, bocinasueño, mente; pesadilla,desiertoy una frenada brusca. Agite, suspiros, aprendé a manejar, y mis ojos en el micro otra vez.

Un niño, y una mujer en frente. Quieto, silencioso, mudo; en realidad asombrado, con ojos muy abiertos, tanto que dibujan en sus labios una cinta, y atrás miles de gritos, balbuceos, risas, palabras tal vez, por decir. Pero esos ojos sólo ven una mujer de ojos perdidos, boca cerrada, pegada, [¿habrá visto el mismo desierto?, ¿habrá tenido mi mismo sueño?]…dormida, que solo reacciona, acaso al cambio de tema en su mp3.

Lugares conocidos, la plaza, el local de discos, la esquina de siempre, y mis piernas se mueven, me llevan. Mis manos esperan nuevamente ese objeto, conocido, ese cartel [50], y aprietan. Y otra vez un timbre, ruido estridente, alarma, que me despierta, antes de bajar; que me despierta de un sueño; que me deja sin…

23 de junio de 2011

That song

Levitando en un cuarto totalmente negro, donde la música resuena en todo su poder, la vibración atraviesa cada fibra de su cuerpo enfermo, curándolo, atando las secreciones que no puede contener. Las cintas negras la mantienen cerca del suelo, son sus redes de seguridad y su condena. No tiene otra opción más que mantenerse ahí hasta que pueda salir del estado hipnótico en que la hunde ese lugar, donde nada la obliga a escuchar ni a somatizar un llanto en la nariz que se niega a escapar de la realidad que la tiene estaqueada a esta tortura resonante. No hay ninguna luz que se atreva a rozar su pelo dorado, que flota en el aire denso y brilla por sí mismo.

La muñeca desconoce su nombre.








texto:Pazchi Diaz
foto:Alan Maida


12 de junio de 2011



Nada concreto. Solo el sol y el sonido del momento.

El viento arremolinándose desde el océano hacia el mar y luego al río. Las baldosas tibias conquistando el terreno, el musgo verde conquistando las baldosas. La altura, el espacio vacío llenándose con lo innominable. El cielo prefigurando tu nombre, aún antes de saber que todo siempre se reduce a los nombres. Tu nombre bamboleandose con el viento, nada concreto.

Nada concreto, solo el miércoles y la terraza.

15 de mayo de 2011


……… A ………

En los escalones de la entrada: el aire. Ni limpio, ni agradable, pero el aire, que adentro nunca encuentro. Esa calle, casi desconocida, ancha, repleta de árboles en su alrededor, y entre sus hojas, los rayos de luz que se mueven, cambian, llenando el ambiente de un aire inquieto. O tal vez sean mis oídos, y el choque de las hojas, y el viento que se abre camino a su paso, como los autos, y sus motores, y sus gritos, y sus bocinas, o el semáforo en rojo, que puede devolver algo de silencio y quietud.

En eso, unos pasos, unos tacos, lejanos, sutiles, que quieren acercarse. Vienen del pasillo (seguro), atrás mío, cada vez más fuerte. El semáforo cambia, y los golpes de esos zapatos se siguen escuchando sobre el ruido de la calle, y sin embargo no la siento cerca, a ella no. Siento que me tocan, siento que me aplastan la cabeza con su sonido, esos pasos, y no llegan. Y no llegan. Y no…

La puerta se abre, me corro para hacerle paso, hacerle paso a esos zapatos, negros, simples, sutiles, delicados, y... ¿todo ese ruido? Algo tan simple, tan obvio, y a la vez tan violento. Subo la vista, para conectar con un cuerpo esos pies; y los ojos me entregan un cuerpo conocido, apenas, como un todo, coherente. La saludo sólo con un movimiento de cabeza que ella devuelve; y veo… sus ojos. Y veo en sus ojos,… algo;… veo en sus ojos,…sin entender….Veo sus zapatos. Los que me amenazan, (o que tal vez sólo amenazan) aun cuando vuelvo a escuchar los mismo pasos alejándose, ahora sin nunca terminar de hacerlo. Me persiguen un tiempo, y el aire de la vereda ya no es suficiente.









……… B ………


La caminata me devuelve, no la tranquilidad, pero sí ese desconcierto sin una causa específica. Los pasos ya no me persiguen, sólo resuenan lejanos, cada tanto. Tal vez ni siquiera sean los mismos; mi cabeza debe estar llena de ellos.

Esa inquietud es útil, y pienso que tal vez sea la misma ciudad, desconocida, la que me llama, me levanta y mueve mis pies. Es su orgullo, el que resuena en mis oídos; sus calles y edificios, y sus museos, y bibliotecas, y esos árboles, de más de 100 años. Le hago caso, me dejo dominar por ella, pasivamente dejo que me asombre y me llene de todo lo que tiene para ofrecerme.

Las veredas, que atrapan mis pies, me atraen, me agradan; comienzan de a poco a hacerme suyo, sin quitarme el desconcierto, para poder pagarles con mi asombro de recién llegado; los días ya se encargarán de cambiar esta situación.

Y sin embargo; ¿qué es una ciudad sin gente? Todos ellos, todas estas personas que me pasan de cerca, y las que ni siquiera me cruzan; ninguna cara conocida, ninguna voz que resuene, con eco, entre esos miles de ojos, bocas, pasos. Y aun así, entre todas esas miradas perdidas, cercanas, nuevas; no hay ninguna con ese gesto amargo encubierto, con esa amenaza, con esa expresión tan atrayente, conocidos poco antes. Puedo ver, que en cambio caminan seguros, sin miedo, especulando sus próximos pasos. Y yo, en el recuerdo de esa mirada, cada vez más interiorizada, más encarnada, camino creyendo que tal vez sea yo el que se esta encarnando en ella.



……… C ………

De noche ya la histeria cansada me devuelve a la misma calle, la misma vereda, y los mismos escalones que más temprano dejaron ver un par de zapatos, negros, delicados, sutiles; y más allá del cansancio, las ganas de soledad, de dejar de estar expuesto, y de esconderme, una noche extraña, con una brisa inquieta me impide encerrarme y perderme eso que la luna me promete. Por suerte encuentro una esquina en la terraza, desde donde apreciar sin dejar de pasar desapercibido. Mi mente sigue paseando inquieta, por las mismas baldosas que mis pies rozaron en el día. Es ese insaciable movimiento, que se quedó con ganas de más, al cual todos los viajes de esta semana que por suerte termina, no bastaron.

Un golpe seco me despierta de ese deambular y me hace mirar hacia atrás. Un bolso caído, que dejaron caer, y a su lado ese cuerpo, ese rostro, por segunda vez en el día. Sin saber, cuánto tiempo estuvo sin que yo me diera cuenta, me inquieta el recuerdo de sus pasos en la mañana y su ausencia en estos últimos minutos. Una simple mirada al piso me tranquiliza, y sus pies desnudos me inundan de cotidianeidad. Sé que ella no me vio; y sus ojos, hacia la noche, me dejan ver, lo que el día no; y ahí, al borde, con ella apoyada en la pared, me hablan de ese sentimiento familiar, encarnado durante el día; y ahora sus pies inquietos, jugueteando entre sí, me dan mucho miedo, más aun que sus zapatos. Esa mirada, y esos pasos, firmes, sobre la nada, firmes sobre una sola cosa segura; un presagio, que ninguna mirada me dio hoy. Mirada y pasos que siguen caminando sobre la consciencia, clara y amarga, del único control, que le asegura y que le repite, que siga avanzando, todo lo que quiera, hasta el cansancio; y en caso de que no, que todo puede terminar hoy, mañana, cuando ella lo desee, con una sola palabra, con un solo paso.

A.B.C.: textos: .b- / fotos: Alan